Beber un “Vino de los Muertos” es saborear una parte importante de la historia de Portugal. Una historia que se remonta a principios del siglo XIX, con las invasiones francesas, cuando la población escondía sus posesiones más preciadas de los ataques extranjeros. Entre ellas estaba el vino, que se enterraba en los suelos de las bodegas.

Cuando se recuperaban, se descubrían propiedades insólitas. Y la tradición de mantener las botellas enterradas continúa hasta nuestros días.

La Adega do Vinho dos Mortos se encuentra en Terras do Barroso, región clasificada como Patrimonio Agrícola Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.